COMUN-UNION
GRUPOS PARROQUIALES
El ideal de toda parroquia, de los distintos grupos parrokuiales
es la vida de la comunidad primitiva de los apótoles y primeros cristianos:
"Todos perseveraban en las enseñanzas de los apóstoles
y en la unión fraterna,
en la fracción del pan y en la oración.
Todos estaban impresionados,
porque eran muchos los prodigios y señales realizados por los apóstoles.
Los que habían creído estaban muy unidos
y compartían sus bienes entre sí; vendían sus propiedades,
todo lo que tenían, y repartían el dinero según las necesidades de cada uno.
Todos los días se reunían en el templo,
y partían el pang en las casas
y comían juntos con alegría y sencillez de corazón.
Alababan a Dios y eran estimados por todos,
y cada día añadía el Señor a la iglesia
a los que iba llamando a la salvación". (Hechos 2, 42-47)
Allá para verano u otoño del año 197 de nuestra era, Tertuliano escribía Apologeticum, su obra más conocida, donde defendía el cristianismo de las críticas y ataques de los no creyentes… él dirigía su carta a los gobernadores provinciales del Imperio Romano… y en ella hay, en el número 39. una frase que ha venido a ser el sello del cristianismo auténtico:
" Mirad cómo se aman"
"Pero es precisamente esta eficacia del amor entre nosotros lo que nos atrae el odio de algunos que dicen: mirad cómo se aman, mientras ellos se odian entre sí. Mira cómo están dispuestos a morir el uno por el otro, mientras ellos están dispuestos, más bien, a matarse unos a otros. El hecho de que nos llamemos hermanos lo toman como una infamia, sólo porque entre ellos, a mi entender, todo nombre de parentesco se usa con falsedad afectada. Sin embargo, somos incluso hermanos vuestros en cuanto hijos de una misma naturaleza, (...) Con cuánta mayor razón se llaman y son verdaderamente hermanos los que reconocen a un único Dios como Padre, los que bebieron un mismo Espíritu de santificación, los que de un mismo seno de ignorancia salieron a una misma luz de verdad (...), los que compartimos nuestras mentes y nuestras vidas, los que no vacilamos en comunicar todas las cosas. (tertuliano en su Apologética 39).